Reseñó: Alexis Fernando Oliveroz Osorio

La propuesta del investigador español gira en torno a revisar los componentes que formulan lo que conocemos como patrimonio cultural. En primer lugar, aun cuando había claros ejemplos de anticuarios y coleccionistas en la Antigüedad y la Edad Media en diferentes regiones del mundo que se interesaron por estudiar las materialidades pretéritas, el surgimiento de patrimonio cultural como concepto nace a la par de los pilares ideológicos de la modernidad.

No obstante, las diferentes ideologías nacionalistas de los siglos XVIII y XIX aprovecharon ciertos elementos materiales que consideraban dignos de ser expuestos ante los ciudadanos y, por lo tanto, promulgaron que tales objetos deberían merecer un trato especial.

González-Varas nos expone cómo la historia del arte fue una disciplina que aportó valoraciones que definieron la constitución de un patrimonio selectivo con los tintes de alta cultura. Se entiende que esta perspectiva estuvo defendida por las burguesías o clases dirigentes y que mantuvo un enfoque elitista y excluyente con las artes populares. Para el caso de la arqueología, el autor propone que a través de los estudios patrimoniales definitivamente se impulsó una preocupación inmensa por las grandes obras monumentales o las más bellas proezas excepcionales, que a menudo eran exhibidas en los museos más importantes de la época.

No fue sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial que una resignificación de las identidades culturales impulsada por los diferentes movimientos sociales de las clases subalternas trajo un mosaico rico y diverso que posicionó al patrimonio en términos significativos. De hecho, el investigador ibérico subraya en su obra la importancia de la consolidación de la UNESCO y la difusión cultural que introdujo en conjunto con diversos agentes sociales, puesto que se promocionó el carácter científico del patrimonio.

Desafortunadamente, no es el valor con mayor reconocimiento en la actualidad. En definitiva, el valor comercial o monetario es el que predomina sobre el reconocimiento científico del patrimonio cultural. La promoción turística pocas veces va de la mano con la conservación de las diferentes manifestaciones y expresiones socioculturales. En la mayoría de los casos, la prevalencia del capital económico en cada nación, sobre otros tipos de valores patrimoniales, perjudica o ensucia las labores de preservación y conservación de los bienes culturales.

Otro efecto desagradable es la existencia de una suerte de mercantilización masiva de conmemoraciones o elementos que exigen ser valorados como patrimonio. Así, hoy aparecen desde museos de alienígenas, hasta castillos de cyborgs que enlistan un numeroso grupo que discute los componentes más tradicionales del patrimonio cultural.

Finalmente, la obra de Ignacio González-Varas nos reitera que las memorias colectivas y particulares deberían abatir los patrones de consumo de la globalización acríticos que son bastante evidentes en nuestros tiempos y que están entre los límites de los procesos de patrimonialización, capitalismo tardío y saberes compartidos.