Reseñó: Raquel Pérez Soriano
Ficha bibliográfica: Francisca Aparicio Prudente. La sazón de la cocina afromestiza de Guerrero. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 2007, 158 pp.
Oaxaca, ha sido una región habitada por mixtecos, tlapanecos, amuzgos, entre otros grupos minoritarios desde la época prehispánica; posterior a la llegada de los españoles y del comercio de esclavos traídos del continente africano, su población se ha diversificado combinando sus expresiones culturales por medio de la música y baile, religión, conocimientos sobre plantas y animales, y la gastronomía.
A través de la descripción de cuatro festividades importantes en la región de la Costa Chica, la autora explica la variedad de comidas que se preparan de manera comunal o familiar, dejando ver el entramado de sabores, colores y texturas.
En la fiesta del Señor Santiago Apóstol, celebrada entre el 24 y 31 de julio, y el 1 al 4 de agosto en las comunidades de Ojo de agua y de Cuijla respectivamente, se congregan niños, jóvenes y adultos, quienes asisten a la comida que ofrece el mayordomo, bailan y disfrutan de la música en el atrio de la iglesia, además de propiciar el espacio para congregar a la población y hacer toma de decisiones comunales. Según testimonios orales, esta división tiene un carácter simbólico y cíclico, además de propiciar que en ambas fiestas acuda la mayor parte de la población.
Otro rito importante sucede cuando fallece un familiar. En los días de luto se actúa como si el difunto no estuviera del todo muerto y se exalta a través de la ostentosidad para mostrar el prestigio social que tuvo; para ello se ofrece una comilona donde ofrecen pan, chocolate, café y chimisco principalmente. Posteriormente se le recuerda en la festividad de día de muertos, fecha importante donde se observan rituales dedicados al dios Ruja, a quien los esclavos negros adoraban, actualmente sustituido por la veneración a los muertos.
La celebración en torno al matrimonio tiene especial impacto en la población debido a la cantidad de familiares y compadres de ambos lados que congrega. Desde los preparativos hasta los días posteriores a la boda, la comida y debida no deja de servirse.
En tanto que la festividad de Semana Santa, iniciada el miércoles de ceniza hasta el Domingo de Pascua, se conjunta ampliamente lo sagrado con lo profano. Además, se incluyen actividades de diversión y preparación de alimentos para toda la comunidad.
Finalmente, la autora recopila diversas recetas elaboradas en las anteriores festividades y de la vida cotidiana, cuya base principal es el maíz, frijol, carne de puerco, de borrego, res, venado, así como distintos moles regionales, caldos, pozoles, tamales, pescados y mariscos, bebidas tradicionales, dulces y postres.