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La CNA lamenta el deceso del Arqueólogo Ángel García Cook, Investigador Emérito del INAH
2022-09-01
El arqueólogo Ángel García Cook, investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), reconocido por su trabajo en la región de Tehuacán-Cuicatlán, desarrollado desde sus inicios en campo, en 1961, así como en la Zona Arqueológica de Cantona, en Puebla, falleció la madrugada de este domingo a los 79 años de edad.

Nacido el 17 de agosto de 1937 en Teotitlán del Camino, Oaxaca, hoy Teotitlán de Flores Magón, en la región de la Cañada, cerca de los límites con Puebla, el arqueólogo recibió un homenaje en octubre del año pasado, como un reconocimiento que el INAH hacía de su larga trayectoria de más de 56 años.

Orgulloso de "haber encontrado los olotes más antiguos del mundo" en las cuevas de Coxcatlán, San Marcos y Purrón, en sus primeras investigaciones de campo al lado del maestro Richard S. MacNeish, Ángel García Cook se distinguía por la sencillez de su trato, su férrea disciplina y su gran capacidad de organización.

Era considerado un arqueólogo integral y consecuente con la obligación de divulgar aquello que se explora, como lo demuestran sus más de 200 títulos entre libros y artículos, de los que sobresalen algunos que son fundamentales, como Análisis tipológico de artefactos derivado de su tesis de maestría y La producción alfarera en el México antiguo.

Justo sobre el homenaje que se le rindió en el Museo Nacional de Antropología, el arqueólogo manifestó su alegría y consternación, porque decía que si le hacían un reconocimiento por su trabajo, había muchas otras personas que también lo merecían.

Siempre sostuvo que había llegado a la arqueología por accidente, pues en la infancia su sueño era ser ingeniero y construir carreteras. Sin embargo, sorpresivamente se vio inmerso en un mundo que lo atrapó poco a poco: el de la historia y la arqueología, al que dedicó más de cinco décadas de trabajo ininterrumpido.

Le gustaba recordar que por simple curiosidad, en 1958 había acompañado a su amigo Gabriel Moedano a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), que entonces se encontraba en la calle de Moneda, donde hoy se localiza el Museo Nacional de las Culturas. El director de la escuela los invitó a inscribirse y fue así como inició su larga trayectoria en la arqueología.

En 1960 empezó a trabajar en las colecciones del Museo Nacional, y en 1961 hizo su primer trabajo de campo invitado por el profesor José Luis Lorenzo, jefe de Prehistoria en el INAH, para laborar con el doctor Richard N. MacNeish en una investigación sobre el origen de la agricultura en el Valle de Tehuacán.
Consideraba que ése había sido el mejor proyecto que había llevado a cabo, de gran importancia mundial, que arrojó más de 100 mil restos de plantas, entre ellas vestigios de maíz de 7,000 años de antigüedad.

Sus investigaciones en la región de Tehuacán-Cuicatlán, reserva de la biósfera que se ubica en los límites de Puebla y Oaxaca, forman parte del expediente que da sustento a la inscripción de esta área en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, como Bien Mixto.

Otro de los proyectos sustanciales de su trayectoria fue el de Cantona, donde laboró desde 1993. El arqueólogo Ángel García Cook la describía como "una ciudad enorme, ubicada al pie de una loma, de 1,453 hectáreas, con numerosas estructuras y donde se han encontrado 27 juegos de pelota. La población, al parecer de clase media y alta, vivía en unidades cerradas que se comunicaban por calles construidas. Tuvo una vida larga que empezó en el año 1000 a.C. y llegó hasta el 900 d.C. Es importante señalar que toda su vida dependió de la producción de obsidiana".

García Cook fue pilar en la creación de los métodos y técnicas para el salvamento arqueológico, muchos derivados de la construcción de presas y gasoductos en la región de Puebla-Tlaxcala y la Huasteca.
En su desempeño en campo sobresalen los proyectos arqueológico-botánico Tehuacán y Ayacucho-Huantla, los proyectos arqueológicos Puebla-Tlaxcala, Huaxteca, Cuenca Baja del Pánuco, Suroeste de Puebla y Norte de la Cuenca Oriental. Del mismo modo se aprecia su intervención en trabajos regionales de salvamento arqueológico de varias presas en Chiapas, Michoacán y Guerrero.

En las áreas administrativas del INAH, fue jefe de la sección de Arqueolo­gía del antiguo Departamento de Prehistoria (1967-1972); creador y jefe del Departamento de Salvamento Arqueológico (1978-1980), hoy dirección; miembro del Consejo de Arqueología y su presidente de 1979 a 1981.
Asimismo, fue jefe del Departamento de Monumen­tos Prehispánicos (1980) e impulsor de su transformación a dirección. También, director de Monumentos Prehispánicos (1980-1983), y director de Arqueología (1989-1992), hoy Coordinación Nacional de Arqueología.

Desde 1965 fue profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Para Ángel García Cook era importante que los arqueólogos experimentados formaran a las nuevas generaciones porque sólo ellos podían transmitir experiencia, sobre todo en las relaciones sociales. Impartió más de 150 conferencias en diversos foros académicos de México y de otros países.
Por su trayectoria y logros, desde 2012 se le otorgó la mayor distinción que puede alcanzar un académico, ser nombrado emérito, en reconocimiento a la consistencia de sus estudios, la organización de entidades académicas desde sus cargos y la construcción de conocimiento que generó y transmitió con gran disposición.

En 2014, el INAH y la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) crearon la Cátedra Ángel García Cook, en un homenaje al connotado especialista, quien desarrolló en la entidad algunos de sus más importantes estudios arqueológicos. Ese mismo año, recibió la medalla UNESCO.

En 2015, al cumplir 55 años como arqueólogo, el INAH le otorgó el Pectoral de Juego de Pelota que le otorgó el INAH, por su valiosa labor que ya rebasaba el medio siglo. García Cook consideraba que la constancia y la pasión por el trabajo eran la clave de su largo andar en el campo de la arqueología y sostenía que el descubrimiento de los granos de maíz más antiguos de América nunca lo cambiaría por el de un monolito prehispánico.

 

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