La exposición se presenta hasta agosto de 2016 en el Museo del Templo Mayor. De martes a domingo, de 9 a 17 horas.
El eje de la exposición es una prenda ritual que fue elaborada por mayas prehispánicos, hilando más de mil seiscientas cuentas de concha para semejar las escamas de la piel plateada del pez xihua, un pez endémico y de gran valor para los mayas.
En el año 2000, al explorar una cámara mortuoria en este sitio del sur de Quintana Roo, la arqueóloga Hortensia de Vega y su equipo recuperaron dicho atavío que se halló cubriendo los huesos del tórax de un individuo adulto, presumiblemente un alto dignatario de la ciudad, fallecido hace mil 500 años.
Tras el descubrimiento y recuperación de este ajuar funerario, el doctor Emiliano Melgar Tísoc realizó trabajos de arqueología experimental en los laboratorios del Museo del Templo Mayor. Su investigación permitió que la restauradora Lourdes Gallardo Parrodi recobrara la forma semicircular de la prenda para, posteriormente, coser a mano cada una de las cuentas.
La prenda ritual de Oxtankah es una obra de arte prehispánico que, con sus 1,620 cuentas circulares nacaradas y 34 pendientes de distintos tonos rosados, remite al vasto mundo acuático que veneraba la sociedad maya, al mismo tiempo que suma nuevos conocimientos sobre los antiguos habitantes de la bahía de Chetumal.
Emiliano Melgar explicó que las piezas fueron elaboradas con cuatro especies de moluscos, de las cuales tres provienen de aguas marinas del Caribe y una de agua dulce, probablemente de Belice o del Petén guatemalteco que es zona de ríos. "El nácar de agua dulce emite colores claros y el de agua marina tiene tonos oscuros; los artesanos mezclaron ambas especies, lo cual indica que estaban buscando el color nacarado".
Con base en manuales especializados se determinó que las 1,620 lentejuelas fueron elaboradas con moluscos Pinctada imbricata y Psoronaias cocodrilorum. Para los 28 pendientes rectangulares y tres pares de colgantes en forma de L que forman el remate, se ocuparon caracoles Strombus gigas y Strombus alatus. Estas especies no pertenecen al litoral de la bahía de Chetumal ni son fáciles de obtener, lo cual añade un valor cultural especial al objeto.
Además, con la aplicación de la metodología experimental se identificó la secuencia de manufactura de cada cuenta y pendiente. Así, se sabe que los artesanos realizaron tareas de desgaste, corte, perforación, pulido y bruñido con herramientas de basalto, pulidores y buriles de pedernal, navajas o lascas de obsidiana y trozos de piel.
El análisis iconográfico en estelas, relieves, dinteles y esculturas mayas reveló una gran variedad de atavíos, y determinó que las lentejuelas estaban unidas en forma imbricada, por ello las perforaciones son excéntricas y sólo una de las dos caras tiene brillo; estos elementos le dan un carácter de prenda, no de collar o pectoral como podría pensarse.
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® Colección Kerr. No. K532