Salvamento Alhóndiga 7. Evidencias arqueológicas de un predio aledaño a la Casa del Diezmo, Ciudad de México
2025-12-02

Juan Carlos Campos Varela

Marisol Bautista Roquez

Juan Carlos González Hurtado

Dirección de Salvamento Arqueológico

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Como parte de las acciones de investigación desarrolladas por la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH en el predio marcado como Alhóndiga 7, Colonia Centro, Alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, se obtuvieron resultados que nos permitieron documentar los diferentes procesos históricos y constructivos de algunas edificaciones cercanas a lo que fue la Acequia Real y la Casa del Diezmo, que hoy constituyen la Plazuela de Alhóndiga en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

La intervención originada a partir de un proyecto de vivienda social promovido por el Instituto de Vivienda de la Ciudad de México (INVI), incluyó la realización de seis pozos de sondeo y una excavación extensiva, permitiendo definir una secuencia estratigráfica continua y ocho ocupaciones humanas que van desde el Posclásico tardío (1200-1521 d.n.e.) hasta el siglo XX. Se describen aquí los contextos y las implicaciones patrimoniales que hacen de este proyecto de investigación de salvamento, una significativa contribución a la historia urbana del Centro Histórico.

El contexto urbano

El predio intervenido forma parte del Perímetro “A” del Centro Histórico y se logró a partir de la fusión de dos inmuebles históricos que se localizan en la manzana conformada por las calles de Soledad, Alhóndiga, Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez y Jesús María. Este sitio se sitúo en lo que fue la parcialidad prehispánica de Teopan, mientras que para el periodo Colonial temprano (1521-1620) formó parte del límite oriental de la Traza hispana, por lo que uno de los objetivos de esta intervención fue aportar datos sobre la transición prehispánico–colonial y la evolución urbana posterior. Para ello se aplicó un enfoque para relacionar artefactos con áreas de actividad, prácticas domésticas y productivas, mientras que la documentación de las evidencias arqueológicas incluyó plantas arquitectónicas, cortes y registro estratigráfico.

La exploración iniciada en junio de 2024 cubrió 152 m², -alrededor de 14% del predio-, lo que permitió identificar ocupaciones correspondientes a las fases cerámicas Azteca III tardío–Azteca IV (1455-1521), Colonial temprano (1521-1620), Colonial medio (1621-1720), Colonial tardío (1721-1820) y del México independiente hasta el siglo XX (1821-1982). Con respecto a la evidencia más temprana se documentó un piso de estuco en el nivel más profundo (6.04–6.39 m), atribuible al horizonte Azteca III tardío–Azteca IV. Por encima aparecieron elementos arquitectónicos, rellenos con material arqueológico y apisonados que señalan una ocupación colonial temprana consistente en muros, una pileta estucada, apisonados, enladrillados y enlajados, así como múltiples renivelaciones y adecuaciones de espacios habitacionales y de trabajo entre los siglos XVII–XIX; los niveles de temporalidad moderna, en profundidad no mayor a 1.30 m, correspondieron a cimentaciones, drenajes y rellenos.

La parcialidad prehispánica de Teopan

El predio que se intervino se encontraba ubicado, de acuerdo con Caso (1956: 18), en la parcialidad conocida como Campan Teopan-Teocaltitlan (en donde está el dios o templo). Esta parcialidad también era conocida por los nombres de Zoquiapan-Zoquipan (Lugar de agua lodosa, lugar sobre lodo) o Xochimilca (Lugar de la gente de Xochimilco; Lugar donde se cultivan flores, en la sementera de flores). Se le ha considerado la más grande y antigua de las cuatro que conformaban Tenochtitlán, pues fue este rumbo (suroriente) por donde arribaron los aztecas al islote donde fundarían su ciudad.

Esta parcialidad se limitaba hipotéticamente al norte por las calles de República de Guatemala y Miguel Negrete; al oriente por la Calzada de Balbuena (hoy Congreso de la Unión) incluyendo la isla de Mixiuhca; al sur por Avenida Morelos y Calzada Chabacano abarcando el islote de Tultenco y al poniente por la Calzada de San Antonio Abad y Avenida José María Pino Suárez.

El inmueble se encontraba dentro de un área que no pertenecía aparentemente a ningún tlaxilacalli (barrio menor), si bien se ubicaba hacia el límite septentrional del centro de la parcialidad de Teopan. De ahí parte la importancia de esta intervención, que buscó brindar nuevas luces acerca del tipo de ocupación en este espacio del campan, que lindaba con los tlaxilacalli de Mixcalco correspondiente a la parcialidad de Atzacualco al norte, Tomatlán, Tozcomincan, Cuauhcontzinco y Ometochtitlán al oriente y con el Huey Teocalli de México-Tenochtitlán al poniente (Caso, 1956: 18-19; Gibson, 1991: 40-42) (Fig. 1).

San Pablo Teopan, barrio de La Merced

Al consumarse la conquista de Tenochtitlan en 1521, se inició la reconstrucción de la Ciudad de México de acuerdo a una traza reticular, encargada por Hernán Cortés a su compañero de armas, Alonso García Bravo, quién aprovechó el trazo general de la ciudad, así como la división de canales y acequias existentes desde la época prehispánica, para permitir la circulación terrestre y lacustre dentro de la nueva ciudad.

Caso (1956) establece que los límites de “La Traza” en su extensión mayor eran: al norte la calle de Perú, al oriente las calles de Loreto, Jesús María y Rodríguez Puebla, al sur las calles de San Pablo y José María Izazaga y al poniente la calle de San Juan de Letrán. Una vez establecida la capital de Nueva España sobre las ruinas del poder mexica, la parcialidad de Teopan tomó el patronazgo de San Pablo.

A partir del siglo XVII, la porción norte del barrio de San Pablo, empezó a ser conocida por el nombre popular de barrio de La Merced, esto debido al establecimiento del convento de la Orden mercedaria en Nueva España (Sedano, 1974: 8). Queda consignado que gran parte del abasto alimenticio, de leña y otros bienes, se introducía a la ciudad a través de la Garita y del Canal de La Viga, cuya corriente penetraba en la capital, teniendo un tráfico promedio de 140 canoas diarias que descargaban y mercaban en esta área de la ciudad (Fig. 2).

Para el año de 1790, se calculó un tráfico total anual de 51,400 canoas (Sedano 1974: 54-55, 58). Consta en diversos planos de la Ciudad de México desde 1550 hasta 1760, que frente a los predios a prospectar y rumbo al sur, cruzaban la Acequia Real (sentido oriente-poniente), el Canal de Roldan (sentido sur-norte) y su desfogue hacia la Acequia de San Lázaro (sentido poniente-oriente) que corría desde el costado norte de la Casa del Diezmo hasta el conjunto hospitalario de San Lázaro, donde vertía finalmente su carga hacia el Lago de Texcoco (Moreno et al., 1993: 141-146).

La Acequia de Roldán cruzaba la actual Plaza de Alhóndiga, siendo librada a esta altura por los puentes de La Leña y de La Alhóndiga. El inmueble histórico conocido como Casa del Diezmo (o popularmente “La Alhóndiga”, de donde deviene el nombre de la calle) fue un inmueble establecido en 1604 en lo que fue la casa de Doña María de Cuenca, donde se almacenaban importantes cantidades de trigo, harina de trigo y cebada que las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, empleaban para regular su precio, así como la oferta y demanda de estos granos básicos para la alimentación de los habitantes de la ciudad (Sedano, 1974: 59).

Derivado del contexto lacustre que rodeaba al edificio, éste presentó hundimientos a lo largo de los años, siendo intervenido en un par de ocasiones en 1711 y 1761-62. En este último periodo, el cabildo eclesiástico de la Catedral estableció aquí la Casa del Diezmo, que tuvo dicho uso hasta 1857, en que varios de los bienes de la Iglesia fueron secularizados y rematados. Así, el inmueble se convirtió hasta finales de los años ochenta del siglo XX en cuartos de vecindad (López, 2002).

Intervenciones previas en el área

Gracias a las investigaciones arqueológicas de rescate, salvamento y factibilidad -llevadas a cabo en su momento por la Subdirección y actual Dirección de Salvamento Arqueológico- producto de diversas obras originadas por particulares e instancias gubernamentales en las cercanías del predio, entre 1969 y 2024, se realizaron diversos hallazgos con resultados y magnitud diferenciada (Fig. 3).

Uno de los más importantes en las inmediaciones fue el Proyecto Acequia Real (Alhóndiga 18), desarrollado por la arqueóloga Elsa Hernández Pons entre 1980-1981, donde se realizaron excavaciones en el cauce de la antigua Acequia Real, desde el cruce de Corregidora y Alhóndiga hasta el costado sur del Palacio Nacional y la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Se hallaron restos de un embarcadero, muros y pretiles de la Acequia Real, así como cerámica y lítica correspondiente a las fases Azteca III, IV y Colonial (Hernández et al., 1988; Hernández, 2002; 2004). En la Casa del Diezmo -Alhóndiga No. 10-, Guillermo Pérez Castro en 1990 realizó trabajos de salvamento durante los trabajos de habilitación del inmueble del GDF en comodato al INAH, donde halló cerámica prehispánica y colonial (Pérez, 1990; Salas et al., 2005: 182).

Áreas de actividad y materiales arqueológicos

Bajo las consideraciones teóricas establecidas por Michael Schiffer (1990: 82-83), donde los elementos arqueológicos (instrumentos, instalaciones, maquinaria, etc.) correspondieron durante su vida útil a un contexto sistémico o vivo en el pasado, que hoy se ha convertido en un contexto arqueológico bajo estudio a través del registro pormenorizado de las evidencias, las excavaciones realizadas en Alhóndiga 7 permitieron distinguir los restos de dos casas-habitación y tres áreas de actividad al interior de las mismas: habitaciones, patios y un conjunto de piletas, que guardarían una posible relación con espacios de trabajo para curtiduría o almacenamiento. En cuanto a los materiales recuperados y analizados, la colección incluyó cerámica prehispánica y colonial, lítica, restos de fauna, metal, vidrio y monedas, cuya distribución ayudó a fechar las ocupaciones y a proponer actividades domésticas y productivas en el inmueble histórico.

El registro confirma la continuidad y transformación de los espacios identificados desde la época Posclásica hasta la modernidad. El piso de estuco definido como prehispánico indica una expansión del islote natural sobre el cual se fundó la ciudad de México-Tenochtitlan con rumbo al oriente en un momento histórico en el cual el altépetl tenochca ya fungía como el centro más importante en la Cuenca de México y se enfilaba a la consolidación del Estado mexica a través de nuevas obras impulsadas en su capital por el Huey tlahtoani Moctezuma Ilhuicamina (Moctezuma I), producto de las conquistas emprendidas por dicho gobernante (Vela, 2011: 38-43).

Sobre estas evidencias prehispánicas, las estructuras y rellenos coloniales revelan procesos de transformación y reocupación del espacio dando pie a la aparición de cimentaciones en tezontle, una pileta estucada, formación de habitaciones y accesos, cubiertos por una continuidad alternada de apisonados, enladrillados y enlajados. Esta superposición estratigráfica muestra cómo el barrio de Teopan se integró y reconfiguró como parte periférica a la Traza hispana, manteniendo un uso habitacional, de obrajes, comercio y diversos oficios que perduraron hasta el siglo XX (Fig. 4).

Relevancia patrimonial

Estas renivelaciones y pisos permitieron el reconocimiento de ocho ocupaciones bien diferenciadas: dos correspondientes al México Independiente (1821-1982); dos al periodo Colonial tardío (1721-1820); dos al periodo Colonial medio (1621-1720); una al periodo Colonial temprano (1521-1620) y una al periodo Azteca III tardío-Azteca IV (1455-1520). Dichas ocupaciones claramente se relacionaron con los procesos constructivos de los espacios habitacionales pero no respondieron exclusivamente a ello. La intervención aportó evidencia que enriquece la reconstrucción histórica del cuadrante sureste del Centro Histórico, a la vez que documenta prácticas y técnicas constructivas relacionadas con la naturaleza lacustre de la ciudad tanto prehispánica como colonial. Estos resultados sustentan la necesidad de conservar los rasgos del casco histórico de la Ciudad de México, como en este caso en particular, donde las crujías y fachadas de los dos inmuebles históricos fusionados serán restauradas y conservadas, tomando en consideración la información arqueológica generada para la ejecución del nuevo edificio habitacional y el proyecto de restauración correspondiente.

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