Gerardo P. Taber
Museo Nacional de las Culturas del Mundo, INAH
Un elemento recurrente en el arte de los pueblos de toda la América precolombina es el jaguar (Panthera onca). Este felino es el mayor depredador del continente y vive en zonas tropicales húmedas, aunque también puede habitar en climas más áridos. Se encuentra desde el sur de los actuales Estados Unidos de América hasta el norte de la Argentina. En la cosmovisión de los pueblos originarios el jaguar se relacionó con la fortaleza y el dominio del territorio, probablemente por la asociación con sus características físicas y hábitos de cacería; pero también con el mundo sobrenatural. Fue -y aún lo es- considerado: un ser divino, un poderoso espíritu guía y una co-esencia de los practicantes de las artes mágicas (Gómez y Payán 2017, 133-140). En este sentido, las representaciones de este gran felino en ocasiones, no son tan naturalistas, pues se entremezclan con elementos de otros seres fantásticos ya que los antiguos artesanos precolombinos buscaron plasmar los momentos más importantes de los rituales y del cariz de sus dioses. Sin embargo, siempre se pueden encontrar rasgos distintivos del jaguar en la iconografía prehispánica. De tal manera, en este texto analizaré, brevemente, tres obras que se resguardan en los acervos del Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM) y que pronto estarán expuestas en la nueva sala introductoria titulada: Mundos compartidos. Iniciación a la Diversidad Cultural.
La primera pieza es una vasija-efigie de la cultura de la Gran Nicoya, que se desarrolló en la provincia de Guanacaste, en Costa Rica (ver figura 1). Esta vasija trípode figura a un nimi (nymy) "jaguar" como se denominaba en la antigua lengua muisca (también llamada chibcha) al gran felino; cuyas patas traseras y delanteras emulan la posición de un ser humano. Razón por la que probablemente represente a un chamán durante un ritual de transformación y comunicación con su co-esencia y espíritu guía. Esta interpretación se refuerza por sus motivos pintados "tipo códice" en negro y rojo -de estilo e influencia mesoamericana- que figuran varios rostros fantásticos y líneas que dibujan elementos rituales; que al mismo tiempo emulan las características manchas en forma de rosetones del pelaje del jaguar. Lo más probable es que esta vasija se utilizase para contener algún líquido -tal vez con propiedades psicotrópicas- que se ingería durante los rituales chamánicos. Para preparar estos brebajes se recurría a hongos psilocibios como el Amanita muscaria y también al humo del tabaco (Nicotiana tabacum) y la cohoba (Anadenanthera peregrina) árbol cuyas semillas se tostaban, molían e inhalaban como un rapé (Rodríguez y Arce 2019, 182-191). Para preparar las mencionadas sustancias sagradas se necesitaban utensilios que cumpliesen con la función práctica, pero que también contasen con elementos mágicos para que éstas se "impregnaran" de una "potencia adicional" que permitiese lograr la hierofanía (la manifestación de lo divino) (Ruiz 2009, 905-924). En este sentido, la segunda pieza que aquí se trata: un metate (piedra de molienda, que también pudo servir de sitial) de basalto tallado en forma de jaguar (ver figura 2) también de la cultura de la Gran Nicoya, cumplía esta importante función. El cuerpo del nimi (nymy) se representa un poco más naturalista y éste se adaptó a la forma del metate -o viceversa- convirtiendo su lomo en la superficie para moler; cuyos laterales, patas y cola presentan varios motivos que emulan las manchas del pelaje del jaguar, aunque éstas son más angulosas y geométricas, razón por la que también es posible que evoquen a las escamas de una serpiente, animal que también estaba relacionado a lo divino. Esta interpretación se refuerza por los motivos que se encuentran entre las patas del felino, ya que éstas se unen por cuatro -dos de cada lado- elementos curvos que emulan al cuerpo de un ofidio. Entre ellos se encuentran dos pares de rostros humanos esquematizados que probablemente evoquen a los espíritus de los antepasados con los que el chamán debía hacer contacto en su viaje místico al "mundo otro" (Jones 1991, 29-31). Estas creencias fueron compartidas por muchos de los pueblos originarios y en el caso de la cultura de la Gran Nicoya muestra la interacción y diversidad cultural de los grupos indígenas americanos (Cabrera 1995, 70-83) ya que la mencionada tradición costarricense se formó por la unión de grupos chibchas (muiscas) originarios del altiplano cundiboyacense de los Andes y grupos chorotegas que emigraron desde Mesoamérica entre los siglos VI y VII.
La tercera obra que se trata en este texto, también presenta elementos de jaguar, aunque de una manera más "velada": un huaco (vaso globular) con asa estribo de la cultura Moche (también llamada Mochica) de Perú (ver figura 3). El personaje pintado representa a Ai-Apaec, el dios creador, proveedor del sustento y de los triunfos militares. Todos los dientes de la deidad son colmillos felinos, los cuales muestra en un rictus fiero al flexionar los labios, a la manera en que los jaguares abren su hocico para atacar a sus presas (Donnan y McClelland 1999, 15-20). A un lado del rostro, en perfil, de Ai-Apaec, se figura la cabeza de un: nen (ñeñ) "jaguar" probable nombre del felino en la antigua lengua mochica (ver figura 4). Ésta se dibuja esquematizada y de frente; de su hocico pende un motivo que hace alusión a un tumi, un cuchillo ceremonial para degollar cautivos (Chaparro 2011, 72-80). Aunque también puede figurar la lengua bífida de una serpiente, reptil que de igual forma se representa profusamente en la iconografía andina. Esta cabeza de jaguar parece emerger del propio cuerpo de la deidad, lo que simbolizaría que el nen (ñeñ) es su co-esencia. Ai-Apaec, también llamado "el decapitador", se dispone a sacrificar a un ser acuático, probablemente una foca, que emerge del mar; que se representa con las líneas negras y ondulantes, que asemejan olas, en la parte inferior del vaso.
La cultura Moche se desarrolló, entre los años c. 300 a.C. al 700 d.C., en la desértica costa norte del actual Perú. Lograron una agricultura intensiva gracias a la construcción de canales, llamados wachaque; que les permitieron irrigar las tierras áridas y contar con excedentes sobre los que cimentaron una refinada sociedad estratificada. También explotaron los recursos del océano y surcaron las costas del Pacífico en embarcaciones hechas de fibras vegetales llamadas "caballitos de totora". Los temas y motivos pintados en la cerámica mochica son diversos y proporcionan muchísima información sobre la cosmovisión de este antiguo pueblo originario de Suramérica, que experimentó un colapso tras un período de cambio climático, entre los años c. 536-594 d.C., ocasionado por el fenómeno llamado "La Corriente de El Niño".
En los acervos del Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM) se resguardan muchas más obras maestras de los pueblos de la América precolombina que podrás conocer en futuros textos y en exposiciones del recinto.
Bibliografía
Cabrera Castro, Rubén. 1995. "Objetos de molienda de Carapan, Michoacán, que sugieren relaciones con culturas de Centroamérica". Arqueología del Occidente y Norte de México. Michoacán: El Colegio de Michoacán: 65-92.
Chaparro Amaya, Adolfo. 2011. "Teo-iconología del poder sacrificial entre los mochica" en: Aisthesis 50. Santiago: Instituto de Estética Pontificia Universidad Católica de Chile: 72-91.
Donnan, Christopher B. y Donna McClelland. 1999 Moche Fineline Painting. Its Evolution and Its Artists. Los Angeles: Fowler Museum of Cultural History University of California.
Gómez García-Reyes, Cristina y Esteban Payán Garrido. 2017 "Iconografías y representaciones del jaguar en Colombia: de la permanencia simbólica a la conservación biológica". Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 28. Bogotá: Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Los Andes: 131-152.
Jones, Ursula. 1991 "Metates and Hallucinogens in Costa Rica". Papers from the Institute of Archaeology 2. London: Institute of Archaeology University College London: 29-34.
Rodríguez Arce, José M. y Marco A. Arce Cerdas. 2019. "Ritual consumption of psychoactive fungi and plants in ancestral Costa Rica" Journal of Psychedelic Studies 2. Budapest: Akadémiai Kiadó Magyar Tudományos Akadémia: 179-197.
Ruiz Aguilar, María Elena. 2009. "¿Bancos, taburetes u objetos de molienda?" XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala 2008. Guatemala: Museo Nacional de Arqueología y Etnología: 905-924.
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